En aquel tiempo, Juan Bautista predicaba en el desierto de Judea donde decía: «Haced penitencia y cambiad de vida! ¡El reino de Dios se acerca!». Mucha gente acudía a Juan para confesar sus pecados y para que los bautizara en el río Jordán. Entre los que escuchaban sus palabras había también fariseos y saduceos, y Juan les advertía diciéndoles: «Mostrad que verdaderamente queréis cambiar y no penséis que basta con ser descendientes de Abraham para salvaros. Yo os bautizo con agua para que seáis mejores, pero detrás de mí viene uno que es más fuerte que yo. Yo no valgo ni para desatarle las sandalias. Él os bautizará con el Espíritu Santo y fuego».
Un día Jesús fue de Galilea al Jordán, a presentarse a Juan para que lo bautizara. Juan sabía que quien había venido no era un hombre pecador como los demás. Por eso no quería bautizarlo y le decía: «Eres Tú quien debería bautizarme, ¿cómo es que vienes a mí?». Jesús le respondió: «Ahora debemos cumplir lo que Dios manda». Entonces Juan lo bautizó en el río Jordán y mientras lo hacía, se abrió el cielo de repente y vio bajar al Espíritu de Dios y posarse sobre Él como lo haría una paloma. Y una voz del cielo decía: «Éste es mi Hijo amado, mi Elegido»
Entonces el diablo se fue y desapareció. A continuación, vinieron ángeles que servían y ayudaban a Jesús.
espués de las tentaciones, comienza la Vida Pública de Jesús. Cuando Jesús volvió del desierto fue a Galilea y comenzó a recorrer pueblos y ciudades enseñando en las sinagogas, anunciando la Buena Noticia del Reino y curando a los enfermos.
Según dicen los Evangelios sinópticos Jesús va a Galilea donde comenzará su misión de anunciar la Buena Nueva del Reino de Dios.El Evangelio de Juan, sin embargo, nos cuenta algunas cosas que Jesús hace antes de comenzar la misión para la que ha sido elegido. Parece que antes de comenzar a predicar el Evangelio, Jesús vuelve al río Jordán donde Juan el Bautista le reconoce como el Mesías esperado, y al verlo exclama: «Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo». (Juan 1, 29)
Imaginamos que al oír el «título» que Juan le da, Jesús, que conocía perfectamente la Escritura como había demostrado en el momento de las tentaciones, se acordó de lo que Isaías había escrito y anunciado en el capítulo 53 de su libro sobre el Mesías que había de llegar: «Fue maltratado y se humilló y no dijo nada, fue llevado cual cordero al matadero, como una oveja que permanece muda cuando la esquilan».
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